Este artículo cuestiona la tesis
tan extendida de que la elección de Hitler en Alemania se debió a la
hiperinflación, argumento que utiliza constantemente el gobierno alemán
para justificar sus políticas de austeridad. El artículo muestra que
fueron precisamente las políticas de austeridad que llevó a cabo el
gobierno alemán en el periodo 1930-1932, y no la hiperinflación, las
que llevaron al crecimiento del nazismo y la victoria de Hitler.
Finalmente, el artículo señala que los paralelismos con la situación de
hoy son sumamente preocupantes.
Una de las razones expuestas con mayor
frecuencia para explicar el gran compromiso que el gobierno alemán tiene
con las políticas de austeridad y con la rectitud fiscal (exigiendo la
eliminación del déficit público en las cuentas del Estado) es el gran
temor que el Estado alemán ha tenido históricamente a la inflación, pues
se asume que el hecho de que el Partido Nazi ganara las elecciones se
debió precisamente al enorme crecimiento de esta, que provocó como
respuesta un movimiento de protesta popular, con el crecimiento del
nazismo, poniendo a Adolph Hitler en el poder. En esta explicación se
asumen varios hechos. Uno, que la supuesta expansión del gasto público y
el déficit público había sido la causa del enorme crecimiento de la
inflación o hiperinflación. Y dos, que esta última había sido la causa
del enfado popular responsable de la victoria electoral del nazismo en
Alemania.
Tal explicación está ampliamente
generalizada y se utiliza constantemente, no solo por el establishment
político-mediático alemán, sino por un gran número de economistas
neoliberales que intentan justificar el énfasis del gobierno alemán en
la aplicación de tales políticas de austeridad en todos los países de la
Eurozona utilizando dicho argumento.
Esta explicación, sin embargo, no se
ajusta a la realidad histórica, pues ninguno de los supuestos enunciados
al principio son ciertos. Ni el déficit público ni la presunta
expansión del gasto público, incluyendo el gasto público social, fueron
las causas de la hiperinflación, ni tal hiperinflación fue la razón de
que el nazismo creciera, llegando a gobernar Alemania. La hiperinflación
fue debida primordialmente a la masiva impresión de moneda por el
Estado alemán para poder pagar las reparaciones a los aliados que habían
ganado la I Guerra Mundial. Y esta hiperinflación (1921-1923) no fue lo
que determinó el crecimiento del Partido Nazi, como ya se ha
mencionado, sino que lo fueron las políticas de austeridad (1930-1932),
cuando la hiperinflación ya había sido eliminada, y las políticas
encaminadas a reducir los salarios (que deterioraron el mercado de
trabajo) que llevó a cabo el gobierno de la República alemana, las
cuales, tal como ha ocurrido ahora, generaron la protesta popular que
llevó al nazismo al poder en el año 1933. Por tanto, no fue la
hiperinflación –que ya no existía cuando Hitler fue elegido-, sino las
políticas de austeridad (que hoy se definirían como “neoliberales”) las
que causaron el surgimiento del nazismo. En realidad, es más que
preocupante ver los paralelismos que existen entre la aplicación de
tales políticas en los años treinta en la República de Weimar y sus
consecuencias, incluyendo la pérdida de apoyo popular de las
instituciones democráticas y el surgimiento del nazismo, y lo que está
ocurriendo ahora, cuando hay un crecimiento de partidos de ideología
fascista y nazi en Europa, consecuencia de la aplicación de políticas
semejantes. La historia se reproduce casi un siglo más tarde.
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