23 junio 2014

Henry Kissinger, uno de los mayores criminales vivos de la historia contemporánea



 
Acusado de criminal de guerra y laureado con un controvertido Premio Nobel de la Paz en 1973, Henry Kissinger sirvió a varias administraciones norteamericanas, desde Kennedy, Johnson, Nixon a Ford, en algunos de los más tumultuosos años en la política de Estados Unidos.
 
El centro de este documental es el período entre 1968 y 1977, cuando Kissinger fue Consejero de Seguridad Nacional y Secretario de Estado.

Por si alguien tenía dudas acerca de la credibilidad que tendrá la flamante comisión creada por la Casa Blanca para investigar los "lapsos en la seguridad que permitieron que fueran exitosos los
ataques del 11 de septiembre", el presidente estadounidense George W. Bush, el chico, nombró nada menos que al ex secretario de estado Henry Kissinger para dirigirla.
 
Para la mayoría de los ciudadanos del mundo con un poco de memoria histórica y un mínimo de decencia, la elección de semejante personaje es abominable.
 
Pero si algo caracteriza al gobierno de Bush júnior es su absoluto descaro para revivir las memorias más sórdidas, reciclar a los funcionarios desempleados más reaccionarios e invocar a los burócratas más siniestros y belicosos de la historia reciente de ese país.

La elección de Kissinger para semejante puesto es una expresión más del absoluto desdén con que el gobierno estadounidense trata a la comunidad internacional. O tal vez Bush no se enteró de que el 4 de marzo de 2002 la Interpol pidió a las autoridades británicas que detuvieran a Henry Kissinger durante su estancia en Londres para interrogarlo sobre la investigación de que era objeto Augusto Pinochet.
 
O no le contaron que Kissinger había sido requerido por las autoridades de otras cinco naciones que visitó (Francia, Dinamarca, Argentina, Chile y Bélgica), en las cuales se habían ya emitido órdenes de detención en su contra, y en cada ocasión se había escabullido justo a tiempo.

Una de las razones por las que el gobierno estadounidense saboteó la creación de un Tribunal Internacional, fue para evitar que una organización global tuviera el poder de llamar a cuentas a militares y políticos por crímenes contra la humanidad.
 
Pero mientras el mundo de Kissinger se achica y más gente clama por su cabeza, en Estados Unidos se le sigue presentando como un gran estadista, un sabio en materia de relaciones internacionales y un espectacular asesor gubernamental y corporativo invaluable.

El nombramiento tiene lugar cuando aún está latente la euforia desatada por el periodista Christopher Hitchens, autor del libro The Trials of Henry Kissinger (EE.UU.-Gran Bretaña-Chile, 2002), en el cual se basa el documental del mismo nombre de Eugene Jarecki.
 
El libro de Hitchens es una recopilación de evidencias que demuestran que Kissinger es un criminal de guerra involucrado, entre otras cosas, en,
  • la prolongación de la guerra de Vietnam (tras descarrilar las conversaciones de paz de París en 1968)
  • haber sido el arquitecto de los bombardeos de 1969 contra Camboya (600 mil muertes) y Laos (350 mil)
  • el asesinato de 500 mil personas en Bangladesh, en 1971, tras el golpe de Estado del general Yahya Khan, armado y bendecido por Estados Unidos
  • la masacre de más de 200 mil personas en Timor Oriental a manos del ejército de Indonesia en 1975
Por si fuera poco, el problema de la desconfianza que provoca el currículum político del "Premio Nobel de la Paz" (recibido por una paz que no negoció), Kissinger, se trata de un individuo obsesionado con los misterios, los secretos y las conspiraciones (y no aquellas que tienen que ver con extraterrestres sino con golpes de Estado, magnicidios y el saqueo a escala gigantesca de los recursos de las naciones).
 
El Dr. K es un hombre que, como señala su ex amigo y colega, el articulista William Safire (víctima de la paranoia del doctor Kissinger, que lo espiaba con micrófonos cuando aún eran amigos y colegas), no sabía distinguir entre los secretos del gobierno y su privacidad personal.
 
Además, uno de los problemas que ni la administración Bush ha podido ocultar es la posibilidad de una cascada de inminentes conflictos de intereses, entre los presuntos involucrados en los actos del 11 de septiembre (como el gobierno Saudita y Kuwaití) y la cartera de clientes de su empresa de asesoría internacional (Kissinger Associates Inc., con domicilio en 350 Park Avenue, piso 26, en Manhattan).
 
Kissinger declaró que no podía concebir que existiera conflicto alguno, pero, en cualquier caso, la Casa Blanca no pidió al Doctor K que revelara a quién ofrece sus servicios de consultoría.

Internamente, el nombramiento del ex profesor Kissinger parece llevar implícito un llamado a la unidad de parte del grupo más extremista dentro del gobierno (Cheney, Rice, Wolfowitz, Perle), a los sectores mas conservadores cercanos al grupo de poder de
la familia Bush (Scowcroft, papá Bush y Eagleburger).
 
Algunos defienden el nombramiento argumentando que la vasta experiencia de Kissinger en marrullerías, intrigas, omisiones, mentiras y distorsiones lo ubica en una posición privilegiada para descubrir debilidades y culpas. Quizá sea cierto, pero lo importante será saber a quién va a beneficiar que un criminal de guerra tenga en sus manos esa información y ese poder.

Existen numerosas iniciativas que persiguen conseguir su procesamiento ante instancias judiciales internacionales.
 
Y lo mas importante: la retirada del premio Nobel de la Paz.
 
 
 

 

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